Los hombres sin miedo

14 Ene Los hombres sin miedo

 

Hace unos días el compañero de profesión Fernando Hugo Rodrigo me invitó a participar en su blog como parte de una serie de entrevistas a profesionales del audiovisual opinando sobre cómo había sido el año 2015 en este sector. Podéis leer la entrevista aquí y seguir el resto de la serie (os lo recomiendo, los otros participantes son mucho más interesantes que yo…) a través de publicaciones en su Facebook. En la entrevista hablo de la serie Daredevil como una de las mejores del año y en este post quiero profundizar un poco en los motivos que me llevan a destacar esta producción de Netflix que abre la colaboración entre ésta casa y Marvel Comics. Y todo se reduce al final a que los creadores han sido valientes a la hora de encarar la adaptación y, valiéndome del sobrenombre del personaje, podemos decir de manera rotunda que han sido unos hombres sin miedo.

Lo primero que me gustaría destacar es que el trabajo de Netfilx en Daredevil ha sido una labor de refundación, si no de resurrección (un tema de fondo recurrente en la mitología del personaje). El cine de la pasada década se había encargado de asesinar la franquicia con un par de adaptaciones muy por debajo de la calidad del material original y llena de malas decisiones (la infumable “Daredevil” de 2003 y su aun más prescindible spin off “Elektra” de 2005). Con la serie se hace justicia poética a un personaje jugoso y complejo, de los mas maduros que existe en el universo de superhéroes de la casa de las ideas. Lo que Netflix ha logrado se asemeja bastante al trabajo realizado por Nolan con Batman; y es de agradecer. Al igual que con el hombre murciélago, para sacar al hombre sin miedo de la tumba los creadores de la serie dan unos acertados pasos atrás y nos narran la forja del héroe desde el minuto uno. El resultado es una serie menos espectacular, menos de superhéroes, pero mucho más adulta, compleja e interesante para un amplio espectro de público. Si no eres muy de superhéroes y estás buscando un producto que te acerque al género, Daredevil es tu serie.

Para lograr todo esto se basan en una decisión obvia pero no por ello exenta de riesgo: nutrirse del material original creado en los comics por Frank Miller en los años 80 del pasado siglo. La etapa que firmo en Daredevil el famoso dibujante y guionista no sólo es la más brillante en la historia del personaje, sino una de las mejores sagas de toda la historia del comic de superhéroes. Esto implica dos cosas: por un lado cuentas con un excelente punto de partida para crear los guiones, tramas y personajes de la serie; un material tan bueno que resulta complicado estropearlo. Por otro lado, es toda una responsabilidad coger semejante diamante y decidir tallarlo… si no queda bien te la cargas con todo el equipo. Los ojos de cientos de miles de acérrimos seguidores del personaje y de Miller pendían sobre los responsables de la serie como la hoja de la guillotina sobre la nuca de Luís XVI.

Por fortuna para ellos y nosotros, salieron airosos… (no como el pobre rey galo).

Y la clave en su acierto a la hora de adaptar los comics ha sido no tanto comenzar por las tramas en si sino por el ambiente y la atmósfera que envuelve al personaje. La principal aportación de Miller en aquellos comics fue la de crear todo un mundo nuevo para Daredevil, diferenciando sus aventuras a las del resto de héroes Marvel. Mientras éstos vivían en mundos coloridos de historias simplonas y frases grandilocuentes, el hombre sin miedo se jugaba la vida en Hell´s Kitchen, el peor barrio de New York; un lugar oscuro y deprimente en el que el hampa y los bajos fondos campan a sus anchas. Miller convirtió la aventura superheroica en un thriller que bebía del cine negro clásico. Es lógico pues que los guionistas elijan este género para readaptar el comic a la pequeña pantalla. En la serie, por tanto, no pasan exactamente las mismas cosas que en los comics, pero cada capítulo te deja con la sensación de tener una increíble coherencia con la obra de Miller. Tan simple y complicado como eso.

Personajes redondos para sostener la serie

Personajes redondos para sostener la serie

 

Otro punto favorable de Daredevil es que profundiza aun más en el trabajo de personajes que Miller realizó en su momento. En los comics de los 80 tanto el protagonista como muchos de los secundarios adquieren una madurez y complejidad poco vista hasta entonces en los tebeos. Hoy día parece más normal, pero lo que hizo Miller en aquella época fue un trabajo pionero en ese campo. La serie recoge todo aquello y lo potencia aun más. Bebiendo de las grandes series de los últimos 15 años, Matt Murdock (que así se llama nuestro héroe en realidad) es un personaje lleno de grises, con un poderoso lado oscuro (ese demonio interior que por momentos le domina y disfruta con toda la violencia que se genera a su alrededor) y que toma decisiones moralmente cuestionables en muchos momentos. Como no podía ser de otra forma, porque el público que ha vibrado con Toni Soprano, Don Draper o Walter White no admitiría un protagonista que no estuviese definidos por tantas contradicciones como lo estamos cualquiera de nosotros. Y Matt Murdock, aunque no llega tan alto como estos, sigue esa línea.

Más llamativo resulta esta labor en el personaje de Foggy; el socio de Matt queda reducido en los comics a un bufón torpe y glotón que sirve de contrapunto cómico a las tramas. Frank Miller supo sacarle algo más de jugo y esbozar ciertos conflictos serios en él, pero tampoco llegó a dignificar al personaje. Los creadores de la serie si lo han hecho, empezando por un acertadísimo casting (estupendo Elden Henson en el papel). El Foggy que hemos descubierto es un tipo tridimensional, con el que empatizas fácil y que sirve de vehículo para hablar de temas novedosos en Daredevil como son la amistad, como cuidarla y qué responsabilidades conlleva. Con Foggy añaden un interesantísimo punto de vista en la vida de todo superhéroe: se supone que éstos se disfrazan y esconden su identidad para proteger a aquellos a quienes aman; pero con Foggy comprendemos (en un brillante capítulo protagonizado por un cara a cara a corazón y tripas abiertas entre Matt y él) qué sienten estos seres queridos del héroe al enterarse de que éste lleva media vida engañándoles… un tema potente como pocos y todo un hallazgo en la explotadísima mina del género superheróico.

Mención aparte merece el trabajo de personajes del villano de la serie, Wilson Fisk/Kingpin. Utilizando a un enorme Vincent D´onofrio (en lo físico y en lo interpretativo) los guionistas crean a uno de los malos más humanos y complejos que hemos visto en los últimos años. Un tipo capaz de mostrarse delicado y exquisito en una cita con la mujer de la que se está enamorando y al minuto despiadado y brutal mientras le aplasta la cabeza a un socio que le ha fallado. La clave con Kingpin es que nos hacen comprenderle y profundizan más en él que el propio héroe. Porque los héroes son arquetipos y es más fácil que nos identifiquemos con ellos; son un ideal. Pero los villanos son como cualquiera de nosotros si tomamos el mal camino, si la vida nos empuja lo suficiente; esa terrible verdad es la que les hace tan atractivos para el público. Y Wilson Fisk, como cualquier buen malvado, no se ve a si mismo así. O al menos se ha repetido tantas veces la mentira de que él no es malo que ya casi se la cree. Y durante buena parte de la serie los guionistas juegan a eso, a repetirnos la mentira de Wilson para que, como espectadores, comencemos a creérnosla. Esto, junto al hecho de que todos los que rodean al héroe no dejan de cuestionarse la moralidad de sus actos nos lleva al ultimo punto destacable de Daredevil.

Llegado un momento concreto del desarrollo de la temporada te hacen cuestionarte realmente los papeles de cada uno y dudar (aunque sea un poquito) sobre quien es el bueno y quien es el malo aquí. O al menos, sobre con quien quieres posicionarte. Para ello utilizan una técnica muy curiosa: aplicar los mecanismos narrativos del héroe en el villano. Me explico que esto es un poco técnico: lo habitual en las temporadas de 13 episodios es que sobre el 9 o 10 comiencen a alejar al protagonista de sus objetivos, a hacer que todo se le complique y le salga mal. Los guionistas construimos una serie de giros que no sólo sorprenden al público sino que les lleva a pensar que el pobre prota no va a salir bien parado ni de coña. Esta tendencia se mantiene in crescendo hasta el capítulo final en el que se trata de resolver todo de forma más o menos sorprendente y positiva para el personaje principal.

Sin embargo en Daredevil hacen lo contrario. En estos últimos episodios es básicamente el villano es que pasa por este proceso, es el mundo de Wilson Fisk el que se derrumba ante su impotente mirada mientras que Daredevil va alcanzando victoria tras victoria. No voy a dar más detalles por no spoilear mucho, pero esta inversión del punto de vista narrativo ha resultado muy refrescante, contribuyendo con mucha fuerza a darle ese toque de novedad que respira en muchos momentos la serie.

Y todo esto sin ponerle el traje de superhéroe al protagonista hasta casi el final. Y sin utilizar a Bullseye. Ni al Castigador. Ni (casi) a La Mano. ¡Ni a Elektra! Lo que parece augurar un futuro muy prometedor de cara a las futuras temporadas que están por llegar. Así que si aun no habéis visto Daredevil, ya estáis corriendo. Y si estáis al día, pues a seguir esperando el estreno de la nueva temporada.

Hasta que nos leamos.

Javi Jáuregui
javijauregui@gmail.com
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