23 Jun Aziz Ansari es Woody Allen
La afirmación es rotunda y posiblemente desproporcionada, lo sé, pero es la sensación latente que se le queda a uno al acabar de ver la segunda temporada de Master of none, la serie creada, escrita y dirigida por Ansari junto a su ex compañero en la writers room de Parks & recreation, Alan Yang.
La season inicial de la serie ya dejó buenísimas críticas y encandiló a un número de seguidores quizá no muy grande (en comparación con otros fenómenos televisivos) pero si selectivo y con gran capacidad de influencia. Ahora, esta segunda tanda de capítulos ha venido a confirmar que Master of none es una de las comedias más brillantes y profundas de la década y a Aziz Ansari como uno de los cómicos con más talento del panorama televisivo actual ; quizá el único tipo capaz de recoger el micro del suelo dejado por Louis C. K. (como si de una batalla de gallos se tratase) y brillar a la misma altura con un estilo propio y reconocible.
El episodio 2×09, Amarsi un po, es uno de los mejores capítulos de televisión visto en años y está a la altura de clásicos ya consagrados como The rains of Castamare u Ozymandias… Sé que suena fuerte, sé que en ese episodio no hay elementos dramáticos tan poderosos como una boda roja o el final de la carrera delictiva de Heisenberg… pero hay algo quizá aun más difícil de plasmar en una obra audiovisual: un bocado de realidad que te llega al alma, una historia de amor imposible que te hace recordar todos los romances fallidos de tu vida y comprender exactamente cómo se sienten los personajes porque tú has pasado por esa odisea de placer mezclado con dolor que engancha más que el chute de heroína más puro; porque presenta a dos seres humanos a corazón abierto, en el que no hay buenos ni malos o vencedores y vencidos sino dos corazones desbocados tratando de hacer lo correcto, de encontrar la manera de ser felices. Y eso, siendo honestos, está al alcance de muy pocos escritores. Si además, como es el caso, envuelves la historia con una realización impecable, escenarios de ensueño, fotografía preciosista y música de bandera pues te acaba saliendo una obra maestra.
Y es que ése es, quizá, el mayor mérito de Aziz Ansari como autor televisivo: ser capaz de elevar la comedia a la categoría de arte; y la comedia en televisión, nada menos. Siendo el género más complicado de todos, la comedia suele estar denostada en cuanto a premios, calado cultural y peso artístico; sin embargo Ansari, como un puñado de maestros antes que él, logra derribar todos los prejuicios en torno al género y alcanza un grado de exquisitez innegable a base de pequeñas historias en lo que lo cotidiano se vuelve reflejo de nuestros más hondos dilemas existenciales. Breves parábolas de apenas 30 minutos en las que disecciona aspectos tan variopintos del mundo actual como la vida en la gran ciudad, la relación de un inmigrante de segunda generación con sus padres, la tecnología al servicio de la seducción, la frivolidad en el showbusiness o la fiebre por la comida gourmet. Y al final de cada capítulo la misma conclusión: has sonreído, por momentos te has reído, te has entretenido, sentido identificado, emocionado y al irte a la cama no dejas de darle vueltas a esa pequeña lección que estaba ahí escondida y que te deja un regusto tan bueno como el de cualquiera de los platos que se come Dev en cada episodio.
Pero volviendo a la comparativa con el maestro Woody Allen que da título a este artículo, son muchos las coincidencias entre ambos cómicos, algunas de ellas muy obvias y otras algo más sutiles. Vamos a repasarlas:
1. Amarás Nueva York sobre todas las cosas:
Ambos creadores viven por y para honrar a su ciudad fetiche. En ella ubican sus historias, de ella sacan sus personajes, tramas y situaciones. Es un baile eterno en el que el autor necesita a la ciudad para crear su obra y la ciudad necesita al autor para que la muestre al mundo en todo su esplendor.
2. Yo me lo guiso, yo me lo como:
Los dos crean, escriben, protagonizan y dirigen sus comedias. Son los máximos responsables de sus obras y eso hace que tengan un sello de distinción, un sabor único. Si bien es cierto que Ansari no dirige todos los episodios (supongo que por una cuestión de cantidad) y que la parte creativa la comparte con su compañero Alan Yang (hecho este que le acerca también a otro referente como Billy Wilder), la manera de afrontar la producción de la obra audiovisual es muy parecida.
3. Construir desde la particularidad étnica:
Woody Allen con la idiosincrasia judía y Aziz Ansari con la india. Los dos se hacen fuertes al enfrentar la mirada de un joven urbanita ateo a las costumbres y tradiciones de su cultura y etnia. Ellos son la versión del judío y el indio occidentalizado frente a la posición tradicional que representan sus familias. En el caso de Ansari resulta especialmente refrescante por lo novedoso.
4. Yo, mí, me, conmigo.
Uno y otro escriben e interpretan a personajes muy cercanos a sí mismos. El Dev de Master of None es un actor de poca monta que lucha por hacerse un hueco en la industria y trata de librarse del cliché de ser indio. Algo por lo que, seguramente, Aziz Ansari pasó en sus comienzos y le seguirá afectando en alguna medida.
Los personajes de Allen, por su parte, suelen ser escritores, cómicos, fotógrafos, músicos o cualquier otra profesión artística de las que el propio Woody hace o le gustaría hacer. Y por supuesto, como él, todos son neuróticos e inseguros.
5. El único gran tema.
Tanto uno como otro hablan siempre sobre el amor. Ya sea el amor de pareja, familiar, por los amigos, amor por el arte, la comida, el lugar en donde vives, el amor por los bienes materiales o por la estabilidad conseguida… pero sus obras versan básicamente sobre el amor. Cada uno se enfrenta a ello desde su perspectiva (Allen más cínico y pesimista mientras Ansari es más soñador y existencialista) pero nunca dejan de hacer variaciones sobre el mismo tema.
6.Pasión por el cine italiano.
Ya sabíamos la devoción de Woody Allen por Fellini, plasmada en películas como ésta. Pero con la segunda temporada de Master of None, Ansari revela que es un devoto del neorrealismo italiano y se atreve a hacer varios capítulos en el país transalpino, a hablar el idioma, poner canciones clásicas italianas y montar toda la trama principal de la temporada en torno a su no romance con una magnífica Alessandra Mastonardi (que precisamente ya había trabajado con Allen unos años antes).
7.Los títulos de crédito.
Esto más que una coincidencia es un homenaje del discípulo a su maestro. Sencillas letras blancas sobre fondo negro mientras suena una música cautivadora (siempre Jazz en el caso de Woody Allen y electro pop carismático si hablamos de Aziz Ansari).
De cualquier forma, una manera de adentrar al espectador en su mundo. A los pocos segundos de darle al play ya nos metemos en ambiente y sabemos lo que nos vamos a encontrar y cuanto nos gusta.
Estaremos atentos al futuro del joven cómico de origen indio porque el season finale dejó la historia en todo lo alto. También por ver si se atreve con nuevos proyectos o da el salto al cine para seguir aun más la estela de uno de los más grandes cineastas de los últimos 50 años.
Hasta que nos leamos.
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