26 Sep PlebisILIcito parte 5.
Acabo la serie de artículos con la cuestión más pantanosa y difícil, toda vez que la más importante:
¿Y A PARTIR DE AHORA QUÉ?
Vaya por delante que éstas son mis opiniones, las de un ciudadano corriente sin conocimientos específicos en economía, ciencias políticas o leyes. Seguramente sea todo bastante más complicado que esto, pero al menos creo que los pasos que relato a continuación los dicta el sentido común.
El escenario actual es incierto y dependerá mucho de lo que suceda estos días. Lo inmediatamente deseable sería que, de común acuerdo, se anulase la convocatoria 1-O , pero eso parece complicado. En cualquier caso, tanto desde la parte independentista, como desde el Gobierno Central, se hacen gestos que indican que la vía del diálogo empieza a cobrar forma a partir del día 2. Lo que está claro es que esta negociación llegaría muy condicionada por el desarrollo de los acontecimientos en la jornada de la discordia.
Pero más allá del resquemor inicial con el que se sienten a la mesa, es innegable que la situación requiere de una salida dialogada y democrática en la que ambas partes estén dispuestas a reconocer errores, ceder en sus posturas, ser más transparentes y buscar zonas de común acuerdo en la que todos podamos estar cómodos.
A mi modo de ver se contemplan dos escenarios principales (descartando el de la declaración unilateral de independencia, pese a los temores del Gobierno, ya que supondría un auténtico suicidio político del independentismo de cara al escenario internacional y un cuasi intento de golpe de Estado, en lo legal) :
1) La negociación de mayores cuotas de autonomía y una reforma constitucional para encontrar una mejor fórmula de encaje de Cataluña dentro de España. Es la vía que defenderán las fuerzas constitucionalistas (con más ahínco en PSOE y con resignación PP y Ciudadanos). Cualquier negativa a esto supondría no moverse de las posturas actuales y, por tanto, estar dando la espalda a la negociación.
Pienso que, posiblemente, esta vía acabe llevándose a cabo en un segundo capítulo, una vez satisfecho el anhelo de votación de muchos catalanes (que es el escollo más importante que tiene ante sí el ejecutivo central).
2) La negociación de las condiciones para celebrar una consulta legal, pactada y plena de garantías (previa reforma constitucional). También existe la opción de convocar elecciones al Parlament y llevarlas otra vez al ámbito del plebiscito, pero no creo que Rajoy vea nada positivo en ello (pues el escenario inmediato es incierto), ni que acepte de buen grado que un resultado contundente a favor de la independencia desate automáticamente el proceso de separación. Es más, a buena parte del electorado catalán esto le sabría a poco y tendrían la sensación de estar estirando el chicle y recorriendo un camino ya transitado.
Si aceptamos pues la posibilidad del referendum pactado, se vislumbraría que (según el resultado de éste) podríamos encaminarnos hacia el escenario 1) (si ganase un No) o hacia otro de independencia (si ganase un Si).
A la hora de precisar pasos concretos en torno a esto y tomando como base que A) una gran parte de la sociedad catalana quiere votar sobre la cuestión de su soberanía, y B) el Gobierno de España debe procurarse un escenario en el cual esta consulta popular no derive en la independencia de la región, me atrevo a dibujar un posible desarrollo de acontecimientos que, entiendo, serían necesarios para el buen funcionamiento de las cosas:
1. Gobierno Central y Autonómico acuerdan desconvocar la consulta ilegal del 1 de octubre.
2. El Gobierno Central inicia los trámites de indulto y petición a la fiscalía para que todos los delitos cometidos en torno al procés sean archivados. Nadie tendrá responsabilidad jurídica por lo sucedido hasta ahora.
3. A cambio de esto, todos los cargos públicos responsables de estos delitos presentan su dimisión inmediata e irrevocable. Son sustituidos por otros miembros de sus mismos partidos y con sus misma ideología pero que estén libres de cualquier sospecha de haber infringido la ley.
4. Creación de una mesa o comisión de diálogo/estudio en la que estén presentes no sólo ambos gobiernos, también las fuerzas políticas con representación en ambos parlamentos. De igual forma, sería deseable la participación, aunque sea ocasional, de representantes de la UE y de colectivos sociales catalanes y españoles como los empresarios y sindicatos, las universidades, expertos en derecho internacional, etc.
5. Publicación consensuada por parte de esa mesa de diálogo de una suerte de condiciones generales de una posible independencia catalana. Éstas serían publicas e inequívocas, nadie podría desviarse de ellas. El objetivo es que la sociedad tenga un conocimiento real de lo que implica o no la independencia.
Aquí se aclararían aspectos como la no pertenencia a la UE y todo lo que ello conlleva, los tratados comerciales y la jurisprudencia internacional a los que podrían o no acogerse el nuevo estado, el coste económico de la separación de España, el coste económico de la creación de las infraestructuras propias ahora inexistentes para el futuro estado Catalán, de dónde saldría el dinero para ambas cosas y el nivel de las arcas catalanas tras todo ello, el nivel de deuda pública y la calificación de ésta que obtendría el nuevo estado, la forma de estado, la jefatura del Gobierno, la constitución o carta magna del nuevo estado (o al menos sus grandes líneas, no las 3 obviedades ofrecidas hasta ahora) y demás aspectos fundamentales que han de contemplarse antes de decidir algo tan importante.
El electorado tiene el deber y la obligación de saber lo que vota, de conocer cómo será su posible nuevo estado (sin tendrá ejército o no, si la división territorial mantendrá las 4 provincias actuales o habrá variaciones, mil aspectos básicos) para que no suceda como, por ejemplo, con el Brexit; que ahora está atascado porque nadie se paró a calcular con seriedad ni a explicar los costes y consecuencias de la salida de la UE.
6. Acuerdo consensuado sobre la forma en que se articularía el posible referéndum. Esto incluye saber quien vota, cual es la pregunta, si se respeta el resultado por provincias o se decide sólo en base al resultado total y el resto de garantías democráticas. También la fecha de celebración, con sus tiempos de espera necesarios para que el clima social esté más calmado; estableciendo un periodo X de campaña informativa, que no electoral, en el que los interesados sólo estarían autorizados a transmitir los aspectos que ellos consideren oportunos dentro del marco común que supondrían las condiciones generales previamente aceptadas. Esto es importante para acabar con las mentiras y los relatos fantasiosos que han venido imperando hasta ahora.
7. Compromiso de aceptación del resultado de la consulta por ambas partes y calendario de actuación en un sentido u otro. En el escenario del no, los defensores del independentismo se comprometerían a un periodo de barbecho o descanso en el que no promover una nueva consulta ni avivar el fuego separatista durante X años. En el escenario del Si, el gobierno central se comprometería a poner en marcha la independencia en un periodo de X meses y a mantener la puerta abierta a una posible vuelta de Cataluña al estado español si transcurrido un plazo de X años el pueblo catalán muestra un interés claro por ello.
Estoy convencido de que haciendo las cosas de este modo, tirando de calma, paciencia y fraternidad, se conseguiría apagar buena parte del incendio actual. Acabar con el rencor y las mentiras que vienen imperando durante los últimos años; Se trata de colmar la necesidad actual de buena parte del pueblo catalán, que quiere manifestar su opinión pero dotando al proceso de un rigor, por una parte, y de buenas dosis de cariño y comprensión, por la otra. Sólo de esta forma nos garantizaremos que el resultado sea el único lógico y natural, el más beneficioso para todos, el que impera en los corazones de las familias catalanas desde hace siglos: el de un marco de convivencia común fructífera y satisfactoria.
Con esto acabo esta larga serie de reflexiones. Podéis leer aquí las anteriores entregas:
Hasta que nos leamos.
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